A través de la primera comunión, luego de cierta preparación llamada
catequesis, en la que se estudia el catecismo, es posible tomar por
primera vez la hostia y el vino, que para quienes profesan esta religión, no
simboliza, sino que es el Cuerpo y la
Sangre de Cristo. La presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en
el pan y el vino es lo que en la Iglesia Católica se denomina
Transubstanciación.
Este sacramento fue instituido por Jesús durante la última cena, quien en
compañía de sus discípulos tomó el pan y el vino y dijo: “Yo soy el pan de
la vida, si uno come de este
pan vivirá para siempre, pues el pan que yo os daré es mi carne, para la
vida del mundo" (Jn.6,32-34, 51). "El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene
vida eterna".(Jn 6,54)
Por lo general, este sacramento se realiza cuando aún se es
niño, alrededor de los 10 u 11 años de edad, siendo necesario haber
realizado los dos sacramentos previos, el bautismo y la confesión. Esta
última también se realiza por
primera vez poco tiempo antes de recibir la primera comunión.
Cuando se realiza este
sacramento, se celebra una misa solemne, en otras palabras, se trata de
una misa especial, que ha sido preparada en forma particular para aquellos
quienes recibirán el cuerpo y sangre de Cristo por primera vez. Además
durante esta ceremonia se renuevan los botos bautismales.
La catequesis se configura como el curso de preparación que es necesario
seguir a fin de contar con los conocimientos y la apertura de
corazón que son necesarios para recibir la primera eucaristía. Ésta
preparación es otorgada a los niños por personas preparadas que no son
sacerdotes ni religiosas, sino que son fieles de la propia comunidad que
entran en contacto con los niños de una forma más cercana, incluyéndolos
también en la
vida cotidiana de su comunidad. Por lo general, la preparación dura
alrededor de un año. Fuente
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